Bueno, después de tanta singladura acabo de darme cuenta de que jamás os he hablado de qué es un pirata… Y no, no tiene nada que ver con la Política, la Informática, el Flirteo o las costas de Somalia… Ni tampoco con el apodo de Granero, jugador del Real Madrid. Pero bueno, no sólo ha habido piratas: desde siempre, mucha y muy buena gente ha recorrido los Siete Mares con la simple idea de sentir el viento en el rostro, ver como la espuma del mar surge de la quilla que divide en dos el Océano y divertirse sin molestar a nadie y, para que no exista duda, voy a haceros un pequeño resumen para que, a partir de ahora, os dirijáis a nosotros con propiedad:
* Pirata: Del latín ‘pirāta’ que, a su vez, viene del griego ‘peiratés’ y que significa ‘el que se aventura’ o ‘el que pretende lograr fortuna’…, aunque, más que pretender, los piratas eran vulgares ladrones del mar, que actuaban al margen de toda ley. No servían bajo ninguna bandera que no fuera la ‘Jolly Roger’, famosa bandera pirata, reconocida desde lejos por su calavera, famosa calavera. El primero de todos parece ser que fue Polícrates, poderoso tirano de Samos entre el 540 AC y el 522 AC. Su caída provocó un gran impacto en el mundo griego.
* Filibustero: Puede provenir del francés ‘flibustier’, del inglés ‘freebooter’, o del holandés ‘vrijbuiter’, esto es, ‘que se hace del botín libremente’, aunque también podría proceder del inglés ‘fly-boat’, haciendo referencia a un tipo de velero rápido. Era el nombre que recibía el pirata que en el siglo XVII formaba parte de los grupos que actuaban en el mar de las Antillas. Como característica especial, no se alejaban de la costa; la bordeaban y saqueaban las localidades costeras –¿podríamos llamarles ‘piratas de bajura’?–. Su último triunfo, la toma de Cartagena de Indias en 1697, con la ayuda de una flota de corsarios franceses. Desde entonces su número disminuyó rápidamente, y no se encuentran referencias históricas de ellos a partir de del siglo XVIII.
* Corsario: Del latín ‘cursus’ es decir carrera. Era el nombre que se concedía a los navegantes que, en virtud del permiso concedido por un gobierno en una ‘carta de marca’ o ‘patente de corso’, capturaban y saqueaban el tráfico mercante de las naciones enemigas de ese gobierno.
Para el país objetivo, el corsario era igual que un pirata. En ocasiones, si entraba en sus planes, acababan siendo piratas sin que se lo encargasen … Y además ésa era la intención. La única diferencia era que, mientras que los piratas estaban proscritos en todas las naciones, los corsarios gozaban de inmunidad legal en el país que les contrataba, y se les consideraba prisioneros de guerra si eran capturados por otros países. Los corsarios a veces recibían el nombre de ‘piratas caballeros’. Algunos recibían también el encargo de cazar a otros corsarios.
* Bucanero: ‘Bucán’ es la rejilla de madera utilizada los habitantes precolombinos de las Antillas para ahumar la carne; en origen se denominaba así a un habitante de la parte occidental de la isla de La Española, actual Haití y República Dominicana, dedicado a cazar vacas y cerdos salvajes para bucanear, es decir, ahumar, la carne y venderla a los navíos que navegaban por las aguas del mar Caribe. Cuando las autoridades españolas exterminaron a los animales, base del comercio de los bucaneros, y las autoridades francesas que gobernaban la Tortuga dictaron leyes en su contra, muchos de ellos se establecieron en la isla de la Tortuga, sumándose a los filibusteros para dedicarse a la piratería, sobre todo contra los españoles.
A lo largo de los siglos XVII y XVIII el término, alternado con el de filibustero, pasó a ser sinónimo de pirata. Sin embargo, mientras los piratas y filibusteros solían limitar sus actividades al mar, los bucaneros no desdeñaban las actividades en tierra firme ni dedicarse al pillaje.
Una vez que ha quedado claro, vamos a poner algún que otro ejemplo de estas grandes personalidades históricas, algunos de ellos muy queridos y añorados antepasados míos; también os voy a hablar del famoso Juramento Pirata…
Sir Francis Drake. (Tavistock, Inglaterra, c. 1543 – Portobelo, Panamá, 28 de Enero de 1596). Corsario, explorador, comerciante de esclavos, político y vicealmirante de la Royal Navy. Dirigió numerosas expediciones navales contra los españoles en la Península Ibérica y en las Indias. Participó en el ataque a Cádiz de 1587, la derrota de la Armada Invencible y el ataque a La Coruña de 1589. Asesinó al rival vitalicio de Isabel II, el Conde Braulio Verde –vamos, un jodido protegido de la Corona…
Arudj –‘Barbarroja’–. Pirata berberisco. Su pasión era sólo una: robar tesoros de la Iglesia Católica y las riquezas del Papa –¡Este tío era un fenómeno! ¡Una especie de Guillermo de Baskerville de la Berbería…!–, razón por la cual fue perseguido durante años y terminó por ser capturado y ejecutado.
Juan Lafitte. Reconocido corsario, autoproclamado pirata y amo del Golfo de México. Nunca fue capturado: la recompensa que daban por él era mucho menor a lo que Lafitte podía pagar para no ser perseguido. Cuentan que el gobernador del Golfo de México ofreció 5.000 $ por su cabeza, pero el corsario ofreció 50.000 $ por la del gobernador –eso es chulería, si señor…
Jean David Nau –‘L’Olonnois’–. François l'Olonnais, más conocido como ‘el Olonés’, terrible y feroz filibustero del siglo XVII, natural de Les Sables-d'Olonne –costa Atlántica de Francia–. Uno de los piratas más crueles y de gran valor y seguridad en sí mismo, lo que le sirvió para tener un gran dominio sobre su gente que le obedecía fieramente. Se dice que obtuvo infinidad de tesoros. Sin embargo, para con sus prisioneros ‘era un ángel’: los interrogaba, torturaba, elegía alguno que sirviera de ejemplo a los demás al que o bien cortaba su cuerpo en pedazos o bien le rasgaba el pecho sacándole el corazón que a veces masticaba y escupía a la cara de los demás… Fue temido y odiado a causa de sus hábitos crueles. Todas sus incursiones tuvieron lugar en el mar de las Antillas. Algunos de sus ataques como pirata fueron ejecutados bajo los auspicios del gobierno francés que por aquellos años del siglo XVII se hallaba en guerra contra los españoles. Nunca fue vencido por los españoles, ni por tierra ni por mar hasta que, finalmente, fue capturado por indígenas de una tribu Kuna, los cuales le dieron muerte en un ritual.
William ‘The Captain’ Kidd. A menudo recordado como un pirata cruel y sanguinario, aunque pudo haber actuado bajo patente de corso otorgada, según se cree, por William III de Inglaterra. No obstante, en la tradición es quizá el pirata que más fama ha alcanzado en canciones, historias y leyendas que ningún otro pirata de los Siete Mares. Junto a su tripulación, ha sido acusado de todos los crímenes posibles atribuibles a las historias de piratas. Su buque tenía el nombre de Adventure Galley. Destaca su particular rivalidad con el capitán pirata Robert Culliford. Fue declarado pirata tras saquear barcos de la Compañía Inglesa de las Indias Orientales. Más tarde, saqueó el navío francés Quedagh Merchant, que iba cargado de oro. Escondió un tesoro en la isla neoyorquina de Gardiner, que fue desenterrado y llevado a su juicio en Londres. En 1701 fue juzgado por piratería y ahorcado, permaneciendo colgado su cuerpo inerte en el muelle del Támesis durante años.
Robert Culliford. Pirata inglés –esto es una redundancia, ¿no?– nacido en Cornwall. Es recordado por su lucha con el capitán Kidd: se conocen a bordo del mercante francés Sainte Rose; sólo van a bordo ocho británicos, ambos incluidos y Kidd, Culliford y sus compadres británicos se amotinan y capturan el buque, renombrándolo como Blessed William…, y nombrando a Kidd como capitán aunque, en Febrero de 1690 se produce otro motín en el barco y éste es depuesto como capitán. El nuevo capitán del barco es William Mason y Culliford, su timonel. Culliford conduce a los piratas a través del Caribe asaltando barcos y atacando pueblos para aumentar su botín. Finalmente llegan a New York, vendiendo sus tesoros. De nuevo se hacen a la mar capturando otra fragata francesa, L'Esperance. Mason da la nueva embarcación a Culliford, que la renombra como Horne Frigate. Piratería a través de las costas de la India. Fue arrestado en la isla de Santa María y el perdón que poseía fue invalidado. Se salvó de la horca porque le necesitaron para el juicio de Samuel Burgués. Luego del mismo, desapareció. Hay quién sostiene que acabó sirviendo en una nave naval.
Bartholomew Roberts –‘Black Bart’–. Su verdadero nombre era John Roberts y fue el pirata de más éxito. Era alto, bien parecido y elegantemente vestido. Sólo bebía té. Autor del ‘Código de Conducta Pirata’ más conocido.
Edward Drummond –‘Blackbeard’–. Quizá el más famoso de los piratas. Antes de dedicarse a la piratería usaba el nombre de Edward Teach. Su barco ‘Queen Anne´s Revenge’ fue tomado a los franceses. Llevaba una enorme barba negra adornada con cintas. Antes de la batalla ataba mechas lentas a su sombrero que ardían muy despacio y dejaban una estela de humo negro.
Edward ‘Ned’ Low. Llamado también Loe en vez de Low, fue un importante pirata inglés durante los últimos días de la Edad Dorada de la Piratería, a principios del siglo XVIII. Famoso su código pirata de diez artículos.
William Parker. Saqueó las costas de La Española y de Honduras.
Thomas Cavendish. Siguiendo el itinerario de Drake, asaltó varios poblados en la costa del Perú y volvió a Inglaterra doblando el cabo de Buena Esperanza. En una segunda expedición pasó otra vez el estrecho de Magallanes, pero la escasa moral de su marinería le obligó a regresar. Murió en el Atlántico, frente a Pernambuco.
Edward Felton. Saqueó las aguas del Río de la Plata.
John Oxenham. Desde Jamaica llegaba al Darién y, atravesando el istmo, conseguía en la isla de las Perlas sus copiosos botines.
William Hawkins. Uno de los primeros ingleses ‘comerciantes’ en dirigir su propia empresa naval más allá de las fronteras británicas… Monopolizaría un vasto mercado con las posesiones hispano-lusitanas del Nuevo Mundo hacia 1530.
Sir John Hawkins. Hijo de William. Intrépido marinero, comerciante en el Nuevo Mundo, corsario, pirata, negrero, negociante… Mataba a sus rivales empleando trucos de magia o fingía leerles el futuro acertando su muerte.
Sir Richard Hawkins. Hijo de John, nieto de William. Corsario. Saqueó, entre otras, las costas de Chile y Brasil… Por cierto, menuda familia, ¿no? De tal palo…
* Juramento Pirata:
Más bien conocido como ‘Código de Conducta Pirata’, ‘Código Pirata’ o ‘Juramento Pirata’ –del francés, ‘Charte Partie’, Contrato de Flete–. La solemnidad del juramento ante el escrito consistía en poner una mano en una botella de ron y la otra sobre una Biblia –o un crucifijo o un hacha de abordaje–. Se firmaba con el nombre o trazando una cruz.
En términos generales, la carta incluía:
- Lugar y fecha del acuerdo.
- Nombre del barco.
- Objetivos de la operación a realizar.
- Reparto del botín.
- Establecimiento de obediencia a sus superiores.
Entre los delitos a ser considerados se incluían ocultar lo robado, despojo entre camaradas o trampas de juego. En ocasiones se optaba por entregar al imputado a las autoridades más próximas –regularmente Jamaica o la Isla de la Tortuga–. También se estipulaba, para faltas menores, el abandono en territorio español: el individuo era abandonado a su suerte con una botella de agua, un poco de pólvora, arma y municiones. Tal acción era denominada ‘maroon’ –del inglés abandonar.
No sólo existió un código en la época dorada de la piratería, sino que existieron cuatro. Todo pirata debía firmar con su letra o con su marca y esto les confería derecho a voto y parte del botín. Eran el código de Bartholomew Roberts, el de John Phillips, el de Edward Low y el de Henry Morgan.
El más conocido es el del pirata Bartholomew Roberts, pirata galés nacido John Robert –17 de Mayo de 1682-10 de febrero de 1722–, uno de los más notorios de su época y de la historia y ya mencionado con anterioridad. Tenía 11 artículos y fue escrito en 1721:
I. Todo hombre tiene voto en los asuntos del momento. Tiene igual derecho a provisiones frescas o licores fuertes en cualquier instante tras su confiscación y pueden hacer uso de ellos a placer, excepto que la escasez haga necesario, por el bien de todos, su racionamiento.
II. Todo hombre será llamado equitativamente por turnos, según la lista, al reparto del botín –sobre y por encima su propia participación–. Se le permitirá cambiarse de ropa para la ocasión pero si alguno defrauda a la compañía por valor de un dólar de plata, joyas o dinero, será abandonado a su suerte en el mar como castigo. Si el robo fuese entre miembros de la tripulación, ésta se contentará con cortar las orejas y la nariz al culpable y lo desembarcará en tierra, no en lugar deshabitado pero sí en algún sitio donde se dé por sentado que encontrará adversidades.
III. Nadie jugará a las cartas o dados por dinero.
IV. Las luces y velas se apagarán a las 8 de la noche; si después de esa hora algún miembro de la tripulación se inclina a seguir bebiendo, puede hacerlo sobre cubierta.
(Nota: Lógicamente. Así se evitaba ser avistado en los ataques nocturnos, atacado o incendiado).
V. Mantener sus armas, pistolas y sables limpios y listos para el servicio.
VI. No se permiten niños ni mujeres. Si cualquier hombre fuera encontrado seduciendo a cualquiera del sexo opuesto, y la llevase al mar disfrazada, sufrirá la muerte.
(Nota: Era considerado de mala suerte que estuvieran a bordo).
VII. En batalla, la deserción del barco o sus camarotes será castigada con la muerte o el abandono a su suerte en el mar.
VIII. No se permiten las peleas a bordo, pero las disputas de cualquier hombre se resolverán en tierra, a espada y pistolas.
IX. Ningún hombre hablará de dejar su modo de vida hasta que haya aportado 1.000 £. Si, para conseguirlo, perdiera una extremidad o quedara impedido para el servicio, se le darán 800 $ extraídos del inventario común y por heridas menores, en proporción a su gravedad.
X. El capitán y su segundo recibirán dos partes del botín; el maestre, contramaestre y cañonero una parte y media, y el resto de los oficiales, una parte y un cuarto.
XI. Los músicos tendrán descanso el sábado pero no los otros seis días y noches, a no ser por concesión extraordinaria.